En los últimos meses, he disfrutado bastante la actitud que los jóvenes de mi generación han mostrado frente a la situación nacional. El asunto es que la cosa está para preocuparse, y da pena que mucha gente con la capacidad y la inteligencia para cambiarla se haga a un lado, o permanezca indiferente. Aunque suene a discurso trillado (o cursi), el lograr cambios en nuestra sociedad requiere muy poco de nosotros, y significa muchísimo.
Estaba viendo fotografías de algunas de las manifestaciones en contra de la constitución, y fue realmente conmovedor ver a tantos jóvenes reclamando por lo que es suyo, sin ningún interés especial, más que el que nos compete a todos: el bien común. Había pausado mi actividad en el blog, y en Pan Con Chocolate, pero creo que dejar de escribir, o peor aún, tocar exclusivamente temas distintos a lo que sucede a diario en mi país, sería una falta tremenda a mi propia naturaleza, criticona, metiche, enchinchadora.
Así que de ahora pa’lante, voy a seguir escribiendo aquí, defendiendo lo que creo que está bien, denunciando lo que crea que este mal, y sobre todo, tratando de llamar la atención de aquellos que no se animan a ver lo que sucede mas allá de sus narices.